jueves, 16 de abril de 2009

Ok computer: La melancolía y la infinita tristeza de una obra de arte


¿De dónde nace la depresión? Esa tristeza infinita que parece no tener un origen preestablecido pero que está ahí, como la fuerza de gravedad, las personas que te odian o ese calcetín viejo a un lado de tu cama en las mañanas. Como ocurre con tantas cosas en la vida nadie tiene una única respuesta. Para los psiquiatras se trata de algo químico que se resuelve con valium; para los deportistas se trata de falta de endorfinas (sal a correr temprano y haz diez minutos de yoga con el video de los Korn flakes); para el predicador hay que acercarse a dios para experimentar una “alegría divina”.
Existe un disco que no se propone remedios para la depresión. Es más, la fomenta. Se trata de uno de los mejores discos de fin de siglo, de una banda clásica de la escena alternativa: Ok computer, de Radiohead. El disco difícilmente ha perdido su vitalidad original y aun no ha sido superado, ni por Radiohead (confieso que no pude escuchar completo In rainbows) ni por algún grupillo de la escena indi-emo. Seguramente, todos recordamos nítidamente cuando Airbag, la primera canción del disco, provocó un corto circuito en nuestros axones neuronales. Era algo tan distinto a Creep, su manoseado hit lacrimoso, y con tantas capas de sonido que supimos que iba a ser necesario poner un A. Ok y un D. Ok en el progreso de nuestras vidas: “Me asombra haber sobrevivido. Una bolsa de aires salvó mi vida”.
Después de esta canción, otro gran hito sónico inolvidable toma por asalto nuestros sentidos: Subterranean homescik alien. La canción tiene, por lo menos, diez distintos momentos emocionales en tan solo seis minutos. Tomando en cuenta lo que debían hacer Emerson, Lake and Palmer, Yes o Genesis para provocar un viaje a nuestros padres sin duda podemos hablar de música progresiva enlatada, como las sopas Campbell.
La tercera canción es como el intermedio musical del disco. Una canción letárgica y atmosférica como la película de un director italiano de culto. En ella, la batería y la guitarra se conjuntan como el escenario de fondo para que la voz de Yorke diga: “El respiro de la mañana. He olvidad el olor del aire cálido de verano”.
Exit music (for a film), como se dice, para “cortarse las venas con galletas de animalitos”. Probablemente podría achacársele un poco de efectismo en su melancolía, pero no se podría negar que sintetiza algo que ya estaba en el aire. La sensación de que todo se estaba yendo al diablo y que no habían esperanzas. Sin embargo, también es líricamente emotiva. El soundtrack perfecto para un recorrido solitario por las calles del alma.
Karma pólice es la canción más comercial del disco pero, al mismo tiempo, funciona como una especie de climax en el que guitarra y piano crean una melodía memorable y, sin duda, pegajosa, que se combina con una letra irónica: “Policía del karma, le di todo lo que tenía pero no es suficiente”. Al final la música se va apagando con un sonido computarizado, cortesía del ingeniero de sonido Niguel Godrich, como muchas de las texturas sonoras (y que hacen de Nigel el “George Martin” de la era virtual). A continuación, en lo que pareciera ser el manifiesto de la estabilidad absoluta basada en la nueva era de las computadoras, una voz que se parece mucho a la de Stephen Hawking expone las ventajas de vivir en el nuevo milenio.
Después comienza el último bloque; la parte más experimental en cuanto a producción: “Electioneering” muestra lo poderosa que puede sonar la guitarra de Colin Greenwood. “Climbing up the walls” utiliza el sonido de un tambor tribal al fondo, mientras en la superficie se desarrollan todo tipo de sonidos sintetizados. “No surprises” habla de alguien que no quiere más complicaciones en su vida y que todo sea uniforme, como si fuera un embrión alimentado por el sistema. “Lucky” es todo menos “feliz”: “Estoy en un giro. Siento que mi suerte puede cambiar. Mátame con amor”.
Ok computer cierra con “The tourist”, la canción más lenta; la voz de Yorke desgrana sus más melancólicos tonos para decir slowdawn una y otra vez (como ese movimiento que propone hacer las cosas de forma más tranquila), mientras el baterista Phil Selway toca redobles con escobillas.
¿Qué hace que este disco sea tan intenso, emocionalmente hablando? Creo que en Ok computer es efectivo porque, como el Sargento pimienta, Nevermind, London calling u otros discos que trascendieron sus épocas recoge los sentimientos que estaban en el ambiente y los convierte en canciones efectivas y sumamente intensas. La voz de Yorke es capaz de evocar los escenarios más desolados del mundo moderno (y al mismo tiempo cómodos, cual invernaderos): edificios de pasillos desiertos, centros comerciales en donde parejas sin amor recorren los aburridos días de sus vidas, oficinas deprimentes llenas de cables y máquinas de café; como ningún otro músico en el rock contemporáneo, Yorke expresa con su música la soledad y el fracaso; la nostalgia y la decepción; el deseo y la frustración, la imposibilidad de escapar de la rutina de nuestras vidas y la imposibilidad de desarrollar nuestros potenciales, el hastío de un domingo frente a la pantalla de la computadora, el hartazgo de uno mismo y de los otros, que son el infierno...
Regresar a Ok computer, a pocos días del concierto de Radiohead (al que no pude asistir por lo rápido que se terminaron los boletos) me hace recordar mis días en Xalapa. Mi ex novia trabajaba en un centro comercial y yo la esperaba durante varias horas, dando vueltas por las tiendas, observando los miles de objetos que se presentaban, radiantes, ante mí y a las personas que iban y venían sin observarse a los ojos, soñando con cosas imposibles e internándome en los laberintos de los sueños frustrados. Creo que Ok computer podría ser una obra de teatro llamada Esperando a Godot frente a la pantalla de una computadora.