No resistí la tentación de adquirir Make some noise, save Darfur, el disco doble en donde varios artistas realizaron covers de las canciones de John Lennon. En una primera escucha hay versiones muy buenas. Después se escuchan las fisuras, errores, caídas y desaciertos. Sin embargo la causa es noble, igual que las que originaron el Concierto de Bangladesh o el Live aid. Si alguien busca Darfur en Google, se encontrará con las palabras conflicto, tragedia, genocidio, sufrimiento, etc. Y algunas fotografías desgarradoras, de esas que difícilmente pueden asimilarse como algo congruente con la vida humana. Después, el artículo de la Wikipedia informa que se trata de un conflicto étnico. Algo sumamente común en África, si se recuerda el genocidio de Ruanda, por ejemplo, que cobró la vida de medio millón de personas. Uno comienza a preguntarse, ¿Qué se busca lograr? Ni siquiera es un problema entre musulmanes y no musulmanes, sino entre negros y árabes. Sumamente difícil de entender, por otra parte, pero que ha cobrado la vida de 400 mil personas.
Dijo V.S Naipaul que Africa no tenía futuro, y ante conflictos tan insistentes y en apariencia irresolubles como éste, uno empieza a considerar esta frase como cierta. Se envían provisiones, llegan cientos de voluntarios, se intenta dialogar con los gobiernos, se busca solucionar los conflictos desde el fondo. Y cuando un agujero parece estar cerrando, uno más se abre en algún sitio cercano, desde Sudán hasta Tanzania y de Eritrea a Liberia. Imaginar un mundo sin religión, sin guerra y sin hambre es algo posible. Ponerlo en práctica es inmensamente difícil. Es loable, por lo menos, intentarlo. Amnistía Internacional se ha propuesto hacer conciencia, y no es posible cruzar simplemente los brazos. Al menos eso intenta transmitir este disco, cuyas ganancias serán destinadas a ayuda para los refugiados.
La pregunta es, ¿realmente la música puede lograr algo tangible? Sí, es parte intrínseca de la vida, y en cuanto a artistas como John Lennon, parte íntima de la vida y la memoria de muchísima gente (basta recordar la conmoción de ese fatídico siete de diciembre en que un grotesco y descerebrado Guardían entre el centeno acabó con el sueño). Sin embargo, cuando se trata de hambrunas y sufrimiento en las regiones más pobres del planeta, la música puede aportar poco. Para escucharla es necesario tener el estómago lleno y la certeza de que un grupo paramilitar no destruirá a toda tu familia cuando llegue la noche (los Janjawid, hombres armados que destruyen todo lo que encuentran a su paso en Darfur). Por lo menos. La crítica hacia este disco necesariamente seguirá siendo elitista, de alguna forma. Aunque algo habrá conseguido si uno de cada mil compradores decide ir a Darfur a ayudar a los refugiados.
(Quizá Bono y Bob Geldof, el promotor de Live aid, podrían considerar una campaña para enviar ipods en pequeños paracaídas sobre las aldeas de África. Habría qué proponerlo ante quienes deben “perdonar” la deuda a África después de escuchar a U2, Cold play, Madonna y otros millonarios de la industria discográfica. Exactamente, los países que ayudaron a convertir a África en el desastre humanitario que es hoy).
El disco uno tiene versiones de clásicos como Instant Karma, interpretado por U2 con gran energía y un ritmo más veloz que el original. No se puede negar a esta banda el hecho de lograr buenos coovers, como la de Helter skelter, de los Beattles. R.E.M se lleva un diez con #9 Dream, una canción que en la voz de Michael Stipe adquiere un hondo sentimiento que le hace honor a la intención de Lennon (complacer a Yoko, por supuesto). The cure consiguen que Love adquiera mucho de su propio estilo. Es un acierto, claro está, porque esta banda tiene una forma de hacer las cosas que es único.
El segundo disco abre con Green day. Su versión de Working class hero destila rabia y despliega la energía contenida en la original. “Desde que eres niño te hacen sentir poca cosa, no dándote tiempo a pesar de todo. Te hieren en tu casa y te golpean en la escuela”. Black eyed peas logran, con su estilo, una pegajosa y rítmica Power to the people. The flaming lips presentan una buena propuesta psicodélica de (Just like) Starting over, con la voz jugando con los agudos mientras la guitarra rasga los acordes. Jack´s Mannequin tocan una adecuada base para que Mick Fleetwood despliegue su magnífica voz, anunciando todo lo que no cree y que el sueño ha muerto.
Versiones cumplidoras, Christina Aguilera con Mother, gracias a su voz. Eskimo Joe con Mind games, Jakob Dylan con Gimme some truth, Duran Duran y su versión francamente floja de Instant karma, apenas superada, gracias a la voz, por Tokio hotel. Ben Harper toca Beautiful boy, sin mayores méritos. Snow patrol, con Isolation, hace un trabajo aceptable, sobre todo por los coros. La versión de Matisyahu de Watching the wheels no logra algo más que un ritmo regaee bastante pegajoso.
Errores. Avril Lavigne y su plana interpretación de Imagine. Una versión más que podría no haber existido. La grotesca traducción de Gimme some truth a cargo de Jaguares. Un sonido mediocre y una voz que parece provenir de una tubería. Lenny Kravitz demuestra que, aunque es bueno en su estilo, cuando se trata de hacer una versión -Cold turkey en este caso- no logra imprimirle el menor feeling.
Ese es, básicamente, el contenido de este disco doble que agradece, en su portadilla, la contribución de los compradores y agrega una página de internet: www. amnesty.org/noise para los interesados en involucrarse más en este movimiento de más de dos millones de personas alrededor del mundo. Irene Khan, secretaria general de esta organización humanitaria, hace un llamado para que, más allá de la música, haya una conciencia que lleve, finalmente, a la acción. También Yoko Ono expone su punto de vista, por supuesto. Sugiere que John Lennon habría estado orgulloso de este disco.
Bueno, él ya no está para asegurarlo. Pero estas canciones, aún en sus peores versiones, siguen transmitiendo al espíritu sentimientos y sensaciones y su Instan karma. Descanse en paz quien imaginó tanto.
Dijo V.S Naipaul que Africa no tenía futuro, y ante conflictos tan insistentes y en apariencia irresolubles como éste, uno empieza a considerar esta frase como cierta. Se envían provisiones, llegan cientos de voluntarios, se intenta dialogar con los gobiernos, se busca solucionar los conflictos desde el fondo. Y cuando un agujero parece estar cerrando, uno más se abre en algún sitio cercano, desde Sudán hasta Tanzania y de Eritrea a Liberia. Imaginar un mundo sin religión, sin guerra y sin hambre es algo posible. Ponerlo en práctica es inmensamente difícil. Es loable, por lo menos, intentarlo. Amnistía Internacional se ha propuesto hacer conciencia, y no es posible cruzar simplemente los brazos. Al menos eso intenta transmitir este disco, cuyas ganancias serán destinadas a ayuda para los refugiados.
La pregunta es, ¿realmente la música puede lograr algo tangible? Sí, es parte intrínseca de la vida, y en cuanto a artistas como John Lennon, parte íntima de la vida y la memoria de muchísima gente (basta recordar la conmoción de ese fatídico siete de diciembre en que un grotesco y descerebrado Guardían entre el centeno acabó con el sueño). Sin embargo, cuando se trata de hambrunas y sufrimiento en las regiones más pobres del planeta, la música puede aportar poco. Para escucharla es necesario tener el estómago lleno y la certeza de que un grupo paramilitar no destruirá a toda tu familia cuando llegue la noche (los Janjawid, hombres armados que destruyen todo lo que encuentran a su paso en Darfur). Por lo menos. La crítica hacia este disco necesariamente seguirá siendo elitista, de alguna forma. Aunque algo habrá conseguido si uno de cada mil compradores decide ir a Darfur a ayudar a los refugiados.
(Quizá Bono y Bob Geldof, el promotor de Live aid, podrían considerar una campaña para enviar ipods en pequeños paracaídas sobre las aldeas de África. Habría qué proponerlo ante quienes deben “perdonar” la deuda a África después de escuchar a U2, Cold play, Madonna y otros millonarios de la industria discográfica. Exactamente, los países que ayudaron a convertir a África en el desastre humanitario que es hoy).
El disco uno tiene versiones de clásicos como Instant Karma, interpretado por U2 con gran energía y un ritmo más veloz que el original. No se puede negar a esta banda el hecho de lograr buenos coovers, como la de Helter skelter, de los Beattles. R.E.M se lleva un diez con #9 Dream, una canción que en la voz de Michael Stipe adquiere un hondo sentimiento que le hace honor a la intención de Lennon (complacer a Yoko, por supuesto). The cure consiguen que Love adquiera mucho de su propio estilo. Es un acierto, claro está, porque esta banda tiene una forma de hacer las cosas que es único.
El segundo disco abre con Green day. Su versión de Working class hero destila rabia y despliega la energía contenida en la original. “Desde que eres niño te hacen sentir poca cosa, no dándote tiempo a pesar de todo. Te hieren en tu casa y te golpean en la escuela”. Black eyed peas logran, con su estilo, una pegajosa y rítmica Power to the people. The flaming lips presentan una buena propuesta psicodélica de (Just like) Starting over, con la voz jugando con los agudos mientras la guitarra rasga los acordes. Jack´s Mannequin tocan una adecuada base para que Mick Fleetwood despliegue su magnífica voz, anunciando todo lo que no cree y que el sueño ha muerto.
Versiones cumplidoras, Christina Aguilera con Mother, gracias a su voz. Eskimo Joe con Mind games, Jakob Dylan con Gimme some truth, Duran Duran y su versión francamente floja de Instant karma, apenas superada, gracias a la voz, por Tokio hotel. Ben Harper toca Beautiful boy, sin mayores méritos. Snow patrol, con Isolation, hace un trabajo aceptable, sobre todo por los coros. La versión de Matisyahu de Watching the wheels no logra algo más que un ritmo regaee bastante pegajoso.
Errores. Avril Lavigne y su plana interpretación de Imagine. Una versión más que podría no haber existido. La grotesca traducción de Gimme some truth a cargo de Jaguares. Un sonido mediocre y una voz que parece provenir de una tubería. Lenny Kravitz demuestra que, aunque es bueno en su estilo, cuando se trata de hacer una versión -Cold turkey en este caso- no logra imprimirle el menor feeling.
Ese es, básicamente, el contenido de este disco doble que agradece, en su portadilla, la contribución de los compradores y agrega una página de internet: www. amnesty.org/noise para los interesados en involucrarse más en este movimiento de más de dos millones de personas alrededor del mundo. Irene Khan, secretaria general de esta organización humanitaria, hace un llamado para que, más allá de la música, haya una conciencia que lleve, finalmente, a la acción. También Yoko Ono expone su punto de vista, por supuesto. Sugiere que John Lennon habría estado orgulloso de este disco.
Bueno, él ya no está para asegurarlo. Pero estas canciones, aún en sus peores versiones, siguen transmitiendo al espíritu sentimientos y sensaciones y su Instan karma. Descanse en paz quien imaginó tanto.
2 comentarios:
De todos, la única a la que no se me antoja escuchar es la de Avril Lavigne pero me da gusto que en general sea un buen "tributo".
Saludos! :)
pues si, la neta si está chido aunque yo tambiém coincido en que Avril Lavinge no tiene nada que hacer en ese disco pero en fin mercadotecnia es mercadotecnia y no se le puede hacer nada...
pero sinceramente yo me quedo con la voz de lennon...
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