sábado, 6 de octubre de 2007

Relectura: La orgía perpetua


Mario Vargas Llosa, La orgía perpetua, Flaubert y Madame Bovary, Seix Barral, Seix Barral, México, 1992

¿De qué trata este libro?
Mediados de septiembre de 1849. Flaubert convoca a dos amigos –Maxime Du Camp y Louis Bouillhet- a la lectura de la primera Tentación de San Antonio. Durante largas horas los amigos escuchan leer a Flaubert, quien al terminar les pregunta su opinión. La crítica de los amigos es implacable: “Nuestra opinión es que debes echarlo al fuego y no volver a hablar jamás de eso”. Luego pasean por el jardín y Bouillhet sugiere a Flaubert que escriba un libro basado en la historia de Delaunay. Éste será el origen remoto de Madame Bovary, que se iría imponiendo a su autor sobre otros temas y que comenzó a escribir en la noche del viernes 19 de septiembre de 1851 y terminó el 30 de abril de 1856. El trabajo, en la biblioteca municipal de Rouen, consta de 1) 46 hojas grandes, de Scenarios, el plan de la obra: argumentos, caracteres de los personajes, división en capítulos, etc; (2) 1788 hojas de borradores, escritas por ambas caras y consteladas de anotaciones en los márgenes, de tachaduras y agregados, y (3) 487 hojas, que constituyen el manuscrito definitivo.
La orgía perpetua es una aproximación minuciosa de Mario Vargas Llosa a Madame Bovary al mismo tiempo que una descripción de las circunstancias que rodearon la creación de esta novela. Antes que este libro el narrador peruano había hecho un minucioso estudio sobre su amigo Gabo: Historia de un deicidio. Su idea del autor como un deicida y del mundo ficticio como sustituto del mundo real encuentra aquí un desarrollo más concreto.

¿Cómo está estructurado y por qué?
A diferencia de El idiota de la familia –monstruoso empeño de Sartre semejante a la última novela de Flaubert: Bouvard y Pecouchet. Querer estudiar a fondo todos los factores que confluyen en una vida es similar al intento de abarcar la estupidez humana en su totalidad-, el estudio de Vargas Llosa es erudito y profundo pero nunca tedioso. Su virtud principal quizá sea la estructura. Tres partes que se refieren, cada una, a un aspecto de la crítica literaria. Un conciso prefacio lo explica:

“Hay, de un lado, la impresión que Emma Bovary deja en el lector que por primera (segunda, décima) vez se acerca a ella: la simpatía, la indiferencia, el disgusto. De otro, lo que constituye la novela en sí misma, prescindiendo del efecto de su lectura: la historia que es, las fuentes que aprovecha, la manera como se hace tiempo y lenguaje. Y, finalmente, lo que en la novela significa, no en relación a quienes la leen ni como objeto soberano, sino desde el punto de vista de las novelas que se escribieron antes o después”.

La primera es una forma clásica o “impresionista” (según sus detractores). La segunda es objetiva y puede variar de acuerdo con el crítico (psicoanálisis, estilística, estructuralismo, etc). La tercera se relaciona con la historia de la literatura.

¿Qué se expone en la primera parte?
La primera parte es la historia de “una pasión no correspondida” entre Mario Vargas Llosa y Madame Bovary. El novelista peruano confiesa que este libro cambió su vida y lo volvió un admirador de Flaubert. Leyó todas sus obras, pero su máxima admiración seguía siendo Madame Bovary. ¿Por qué? El novelista peruano indaga en los motivos por los que este libro se convirtió en parte de su vida., desde que lo leyó por primera vez en París hasta su profunda indagación en todo lo que tuviera que ver con Madame Bovary. Como Vargas Llosa , Emma está insatisfecha con el mundo mezquino y estúpido en que le tocó vivir. Desea algo más. Algo que su estólido marido y los habitantes de Yonville, simples y cerrados, no pueden proporcionarle. Además hay un interés por el melodrama y, también, por el erotismo que subyace en la novela. Por ejemplo, la obsesión por los pies, que aparece en numerosas ocasiones a lo largo de la narración. Tantos elementos llamaron la atención de Vargas Llosa que inició la lectura de la correspondencia de Flaubert. Así lo expone:

“Quienes las hayan leído, encontrarán extraño que llame estimulantes unas cartas en las que reina el pesimismo más sombrío y chisporrotean las maldiciones contra el hombre en general y contra muchos hombres particulares y donde la humanidad parece, con unas pocas excepciones (casi todas escritores), una masa canalla y grotesca. Pero al mismo tiempo (…) muestran mejor que nada la humanidad de su genio, cómo su talento fue na lenta conquista, cómo, en la tarea de la creación, el hombre está enteramente librado a sí mismo”.

Otro aspecto importante de esta primera parte es que Vargas Llosa se empeña en defender a Flaubert ante cualquier calumnia crítica. Estas se dieron en diversas épocas, tanto en la del autor como en tiempos posteriores. Una de ellas durante la época del Nouveau roman, cuando Nathalie Sarraute sugirió que Madame Bovary era una novela que trataba de nada. Vargas Llosa, escarbando en la Correspondencia, demuestra que Flaubert daba importancia semejante tanto al fondo como a la forma.

¿La segunda parte es, entonces, un estudio objetivo?
En efecto. Está subdividida en dos secciones. La primera es una minuciosa investigación, en forma de preguntas, de cada una de las circunstancias, motivaciones, contactos, y sobre todo el método de trabajo que rodearon la concepción de esta obra maestra. El décimo fragmento pregunta: ¿Cuál era el método de trabajo de Flaubert? Se levantaba al mediodía, desayunaba y daba una hora de clases a su sobrina. A las dos se encerraba en su habitación, con una terraza que daba al Sena.
El autor estudia, después de las circunstancias, el “elemento añadido”, o los elementos que una novela utiliza para diferenciarse de la realidad, de la cual toma prestados algunos elementos. El estilo es muy importante y hay, en primera instancia, una “humanización de las cosas”. Como ejemplo, cuando Emma y su amante están en Rouen el carruaje parece adquirir vida propia mientras sus ocupantes realizan algo adentro, que es sólo sugerido.
El tiempo es otro elemento importante. Hay, en realidad, cuatro tiempos distintos, cada uno con su respectiva conjugación verbal: un tiempo único y singular, que se manifiesta, por ejemplo, en los párrafos primero y último. Es el de la acción y el movimiento y el narrador usa el presente indefinido. Otro es el tiempo circular o de repetición, intercalado con el anterior. En él, el narrador cuenta sucesos que ocurren con reincidencia. Por ejemplo, los tres días de amor que pasan Emma y su amante Leon en Rouen:

“Ella se inclinaba sobre él y murmuraba como sofocada de embriaguez:
-iOh!, ¡no te muevas!, ¡no hables!, ¡mírame! ¡De tus ojos sale algo tan dulce, que me hace tanto bien!
Le llamaba niño:
-Niño, ¿me quieres?”

Hay otro tiempo que es inmóvil. Está más cerca de la descripción que de la acción. La forma verbal es dl imperfecto. “La realidad ficticia mostrada en este plano es exterioridad, forma, perspectiva, textura, color; una presencia plástica, un cuerpo que sólo existe para ser contemplado”.
Por último está el narrador, que controla todos los detalles y aspectos de la obra. Se trata de uno que va cambiando conforme la situación lo exige. Así, la novela empieza en primera persona del plural. Sigue con un narrador omnisciente y aparece, de vez en cuando, uno que se acerca tanto al personaje en su pensamiento que se confunde con él. Se trata del inicio del estilo indirecto libre, que después se convertirá, en Faulkner y Joyce, en el monólogo interior.

¿Es Madame Bovary la primera novela moderna?
Por muchas razones, Madame Bovary puede ser llamada la primera novela moderna. La presencia del antihéroe y el universo del hombre sin atributos, como le llamará más tarde Musil. Caben también la mediocridad y lo anodino de la vida cotidiana sin que, a diferencia de la novela romántica, lo monstruoso y lo sublime se contrapongan. También inicio el monólogo interior con su técnica del “estilo indirecto libre”, así como al narrador impasible que sólo cuenta lo que ve sin involucrarse en la narración. Otro aspecto que se estudia es el contraste entre Flaubert y Brecht. Ambos teóricos de su obra y contrastantes en cuanto a su postura. Mientras Flaubert era un misántropo que detestaba a la humanidad, Brecht tenía una profunda convicción humanista e ideas muy claras de cómo debía ser la literatura para “enseñar” al hombre el camino correcto.
Este pequeño libro es, sin duda, una joya crítica que hace honor a sus dos protagonistas: Gustave Flaubert, el objeto de análisis, y Mario Vargas Llosa, el lúcido discípulo y al más activo autor del boom. Aunque también es un homenaje a Emma Bovary, uno de los personaje más memorables en la historia de la novela.

1 comentario:

Judith Castañeda dijo...

Hola!!!!!!!!

Gracias por visitar mi blogg...
Sí, entré a trabajar aquí a finales de mayo, y el libro del premio lo presentarán el 12 de noviembre... Estoy entre emocionada y nerviosa (me ganarán los nervios, lo sé).
Un saludo y de nuevo gracias. prometo visitar tu blogg ;-)
Judith.