sábado, 21 de julio de 2007

Más profundo que el púrpura


Hablar de Deep purple es hablar de un emblema, una institución y un conjunto de músicos maravillosos. Para aquellos que no crecimos escuchando su música (eso correspondería a nuestros padres, madres y en ocasiones a nuestros abuelos), esta banda tenía un sonido un poquito extraño al que no era fácil acostumbrarse al principio. Un órgano en escalas menores creando un muro de sonido que hacía pensar en una iglesia psicodélica después de una orgía. Una guitarra que después de un rato de estar en segundo plano pasaba al protagonismo absoluto con solos maravillosos. Una batería flotando ligeramente en medio de los otros instrumentos, como si estuviera a un punto de salirse del ritmo, sin hacerlo nunca y regresando siempre al punto de partida. Y una voz que llevaba la melodía de un lado para otro en los tonos más agudos posibles, como el grito ritual, tribal y sumamente catártico de “Child in time”. ¿Qué más se puede pedir a una banda de rock, sino la dosis perfecta de anarquía, cinismo y energía sexual que Deep purple logran imprimir a cada una de sus canciones? Y lo mejor es que, con el paso de los años, no desaparece ni un ápice de su potencia sonora. Al contrario, basta escucharlos para regresar a un idóneo paraíso sónico en donde las botellas de whiski están siempre al alcance de la mano, los peores desastres son simples días de campo o donde la chica más extravagante y extraña puede ser nuestra toda la noche con solo susurrarle algo al oído.
La formación más emblemática tiene su origen en 1969, cuando el bajista Roger Glover y el cantante Ian Gillan entraron a la banda. John Lord, quien tocaba el pesado órgano hammond, decidió presentar su Concierto para grupo y orquesta en el Royal Albert Hall de Londres. Después vino In rock, en donde los rostros de los integrantes estaban grabados en el monte Rushmore, como si fueran los más destacados presidentes. En este disco vienen incluidos clásicos como Child in time o Speed King, una canción rápida y furiosa en la que se vaticina el futuro del heavy metal tal como lo tocarían Metallica, Judas priest o Iron maiden. El éxito no se hace esperar. Hay una larga gira y luego la grabación del disco Machine head. Aquí se hallan los indiscutibles clásicos: Highway star y Smoke on the wáter, basada en un accidente en Motreux, Suiza, cuando en medio de un concierto de Frank Zappa y sus Madres de la invención y alguien inició un incendio. No contentos con eso, en Japón grabaron Made in Japan, el disco en vivo más vendido de la historia.
Pero entonces comenzaron los problemas de la banda, e Ian Gillan los dejó para hacer un proyecto en solitario. Entra Glen Hugues como reemplazo de Robert Glover, a quien expulsaron los otros miembros, y David Coverdale, futuro cantante de esa banda emblemática del glamm rock llamada Whitesnake, como vocalista. Se graba Burn, un disco funky en la que destaca la canción homónima.
Poco tiempo después se fue el guitarrista Ritchie Blackmore para crear su grupo Rainbow, y la banda grabó un disco más antes de la separación. Serían ocho años después cuando al fin se reunieran de nuevo para grabar Perfect strangers. Pero Ian Gillan dejó de nuevo la banda y entró Joe Lynn Turner para grabar Slaves and masters. Sin embargo, este vocalista no daba la talla e Ian Gillan fue de nuevo reclutado para grabar The battle rages on.
Durante la gira de promoción surgió de nuevo una lucha de egos entre el cantante Ian Gillan y el guitarrista Ritchie Blackmore. Ambos parecían disputarse el liderazgo sobre la banda y ninguno parecía muy cómodo con el otro. Hay una escena de la canción Highway star en la que Blackmore entra tarde (Gillan le hace una reverencia bastante irónica) y comienza a tocar su solo, pero lo acorta y se lanza hacia los riffs finales de la canción. Luego, se dirige con rostro adusto a un amplificador, toma una botella de agua y la lanza al cantante. Sigue tocando, sin comprometerse mucho con los demás miembros, y después sale del escenario.
En entrevistas separadas, ambos miembros de la mítica banda han manifestado sus profundas diferencias. Ian Gillan ha dicho, tajantemente, que nunca desea volver a hablar con el pendejo de Ritchie. Las diferencias son insalvables y además son personales. Sugiere que cuando el guitarrista se retiró de la banda, y debieron reclutar a Joe Satriani para concluir la gira por Japón, las cosas mejoraron. Gillan piensa que la carrera de Blackmore es sumamente errática e imprecisa. ¿Qué es todo eso de la música medieval? Ian debió hacer una crítica anónima de Blackmore´s night (el grupo de Ritchie y su esposa, Candice Night), sospechando que se trataba de su ex compañero de banda, y al compararla con una canción del guitarrista Jeff Buckley (Hallellujah), concluye que el sonido es malo para un artista de esa categoría. Blackmore, en una entrevista de los setenta, había mencionado cómo las cosas se habían salido de control debido a los excesos, y su deseo por golpear a Ian, lo cual debía hacerse con ayuda de amigos suizos, porque probablemente el cantante era mejor peleador.
¿Qué provoca que dos amigos cercanos se distancien al grado de decir las peores cosas uno sobre el otro? La respuesta está flotando en el viento. Se llama ego. Esa partecita del alma en cada uno de nosotros a la que Freud llamó id. Este gusanito que come a pedazos el corazón, dejándolo en los huesos y haciendo de la persona más sensata e inteligente un niño berrinchudo o un troglodita. En realidad, el ego, cuando hay algo por qué manifestarlo (Blackmore es considerado uno de los guitarristas más influyentes no sólo del rock, sino de la historia de este instrumento. Ian Gillan tenía una voz a la que ningún otro cantante podía aspirar. Podía entonar las notas más altas sobre la guitarra de Blackmore). El ego es algo con lo cual es difícil lidiar. Es un pasado de lanza que parece no satisfacerse con el banquete más exquisito. Siempre quiere más. Y si no puede conseguir más, porque casi siempre la realidad coloca un freno ante él (el señor Freud bautizó esta barrera como principio de realidad) tratará de pasar por encima, aunque provoque cualquier desastre.
Blackmore fue reemplazado por Steve Morse. A partir de entonces la banda grabó algunos discos más: Purpendicular (1996), Abandon (1998)Bananas (2003) y Rapture of the deep (2005). No hay duda de que esta banda ha sobrevivido todo, y siguen haciéndolo, trayendo la tormenta (Stormbringer) en cada una de sus presentaciones y con cada uno de sus discos. Ojalá que haya oportunidad de sumergirnos aún más hondo en el púrpura.

1 comentario:

Wu* dijo...

ego... tan pegajoso como una sombra y tan inseparable como ella...