viernes, 3 de octubre de 2008

El arte de la novela 1/Haz lo que quieras



La primera novela que me fascinó fue, indudablemente, La historia interminable.
¿Hubo otra antes? Se pregunta Humbert Humbert evocando los motivos secretos que lo llevaron a maravillarse de Lolita. Pues está Momo, del mismo autor. La historia de la niña que peleó contra los ladrones del tiempo junto con su amiga Casiopea. Pero no fue la misma emoción que me produjo la historia interminable, que lamentablemente parecía tener fin a pesar del título. Sin embargo, entre la frase Libros de ocasión escrito al revés y el capítulo final en el que Bastián llega a la fuente de la vida y se reconcilia con su padre mi fascinación encontró un manantial inagotable. Las aventuras de Atreyu, el piel verde, luchando contra la nada mientras se encuentra frente a enemigos formidables, fueron sólo el principio. Después Bastian Baltazar Bux se mete en el libro y obtiene el poder del Auryn que sólo tiene una regla: “Haz lo que quieras”, y entonces la imaginación que guía secretamente al narrador simplemente rompe el dique que separa la fantasía de la “realidad”. Todo es posible. Y quiero decir, todo, desde un ser que nace viejo y se muere siendo un bebé hasta larvas que lloran y crean un mar de lágrimas, pasando por una bruja que vive en una mano o un ser que es únicamente la voz con que habla.
Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de algunos de los secretos mecanismos ocultos en la Historia interminable. Algunos ya estaban el La odisea, por supuesto, pero muchos otros fueron creados por el autor, aunque tengan su origen en los más diversos arquetipos (para usar una expresión de Jung). Sobra decir que la fuente de la vida es algo que está presente en las más diversas culturas. Y si de personajes extraños y excéntricos se trata tenemos a Alicia en el país de las maravillas y a la desconocida novela de Amos Toutola, Mi vida en la maleza de los fantasmas, un verdadero muestrario de la fantasía africana y sus más oscuras pesadillas (como ejemplo, una mujer que tiene a sus maridos en el vientre).
En La historia interminable ocurre, un poco como en Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino, que el lector es un personaje más. Si para Richard Linklater (el director de esa maravillosa película que es Walking life y de Scaner darkly) todos somos perdedores la mayor parte del tiempo, Bastian Baltasar Bux (tres bes) representa al antihéroe por antonomasia. Una nulidad en todo el sentido de la palabra como diría el señor Karl Koread Konder (tres k´s) y cuya única virtud es tener una fantasía interminable. “Las pasiones humanas son un misterio. La de Bastían eran los libros”. Que arroje la primera piedra quien no se haya sentido aludido. La vida, a fin de cuentas, es casi siempre aburrida y tediosa (al menos para quienes no tenemos un espíritu aventurero muy desarrollado). Quien no se recuerde abandonado sin motivo por la chica que amaba o imposibilitado para viajar a ese maravilloso país al otro lado del mundo por falta de tiempo y dinero no entenderá La historia interminable de la misma forma ni el poder del fascinante Auryn, que lleva primero al lector Bastian/lector de la vida real a la selva Peregrin y al desierto (solo para empezar). Bastian simplemente pierde la cabeza ante tanto poder, como haría cualquiera, y cae en las garras de la bruja Xayide y de sus gigantes de hierro. Ella podría verse como la representante de la ambición, en una lectura simple, pero también como las acechanzas de la edad adulta. Por eso Bastian debe ir a La casa de cambio, con doña Auiola, para comprender que la vida está en constante cambio y que nada es estable.
(continuará).

1 comentario:

Anónimo dijo...

... Espero la continuación :)