Merodeando en una librería de Tuxtla encontré un curioso librito. Se trata del poemario Lluvias, de Alexis Saint-Léguer Léguer, mejor conocido para la posteridad (me recuerda una frase de Groucho Marx “¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mi?“) como Saint-John Perse. Más que libro es una plaquette que no rebasa las treinta páginas, y cuya virtud principal es haber sido traducido por otro célebre Caribeño, de una isla más grande que la pequeña Guadalupe en donde Perse vivió y alimentó su infancia (Entonces te bañaban en el agua-de-hojas-verdes; y el agua era aún sol verde;). José Lezama Lima, poeta hermético y barroco, escribió un prólogo complejo como la poesía que estaba traduciendo.
Lluvias fue publicado por la Universidad Autónoma de Chiapas en su colección Paradigma. Y llegó a la institución por intermedio de Raúl Garduño. Fue Rosario Castellanos la intermediaria entre Lezama Lima y el autor de Poema de la zorra. En 2005 José Martínez Torres se encargó de publicar la plaquette que ahora tengo en mis manos. La publicación original ocurrió, sin embargo, en 1946, en el número nueve de la revista Orígenes y posteriormente, en 1961, constituyó el cuarto cuaderno de la colección “Centro”, de ediciones La tertulia. Un largo e incierto camino que involucra a por lo menos cuatro poetas (de variada calidad, claro está).
En ocasiones la poesía debe viajar enormes distancias espaciales y temporales antes de llegar a su destinatario. En este caso atravesó también las fronteras de un idioma. Pluies, tal como Perse lo concibió, no es el mismo Lluvias que, por intermedio de Lezama Lima y ante mi escaso francés, me es posible ahora leer. La complejidad, sin embargo, no termina ahí. Estamos ante un poeta poco leído y mucho menos interpretado. Un autor de culto que nunca buscó el reconocimiento y cuyo interés principal fue hacer una poesía épica que diera cabida a la diversidad y pluralidad del mundo sin menoscabo de dimensión o importancia.
Sin embargo, quien desee aprender geografía de una manera heterodoxa y vital puede usar a Perse como su “libro de cabecera”. Así, la mención del árbol bayán en el primer verso incita a una búsqueda en google. Se trata de un cruel parásito que crece en otros árboles y crea una estructura similar a una jaula alrededor del infortunado anfitrión, hasta matarlo. Más curioso resulta el hecho de que bayán apareció en varios episodios de Lost como refugio ante el ataque de bestias salvajes. También me entero que la escritora hindú Arundathi Roy (ganadora del premio Booker por El dios de las pequeñas cosas) escribió el guión para una serie de televisión llamada El árbol banyan. La poesía de Perse es tan cargada que cada verso nos llevaría a una búsqueda similar. Y en el camino, como en un árbol semántico, hallaríamos tanto datos irrelevantes como información valiosa. Perse es el poeta de “las conexiones”. Su poesía no se parece a la de nadie, pero incluye a todos. Es el poema de lo vasto y de lo infinitesimal al mismo tiempo. Lluvias es sólo un fragmento. Perse ha cantado a los Mares, los Pájaros y los Vientos. Y también ha entonado su canto para celebrar La infancia y para un largo viaje cuyo nombre recuerda a Jenofonte: Anábasis.
Probablemente la dificultad de Perse radique en dos aspectos. El muy extenso vocabulario de sus poemas y la forma que utiliza: el versículo. Versos tan largos que el poema parece prosa sin llegar a serlo. Las cláusulas de Perse se prolongan y al hacerlo agregan más cláusulas y palabras inauditas.
“Un polípero precoz muestra sus bodas de coral en toda esta leche de agua viva.
Y la idea desnuda como un peleador en sus redes peina en los jardines del pueblo su cabellera de doncella”
Rastrear las innumerables fuentes de esta poesía es tarea compleja. Al un texto de Gerardo Deniz, publicado en el número 210 de Vuelta, que llena algunas lagunas sobre la obra de Sainth-Leger Leguer. Miembro del servicio exterior francés y habiendo recorrido varios países, poseía un impresionante bagaje que, según algunos críticos, no tenía nada de libresco sino que debía más a la experiencia. Al respecto una curiosa anécdota. Cuando la familia de Alexis dejó su isla y llegó a Francia, las cajas donde se transportaban los libros de la extensa biblioteca cayeron al mar durante el desembarco. Lograron llevarlas a tierra firme. Sin embargo, cuando las abrieron en ellas sólo quedaba una espesa y chorreante masa de papel (un hecho que podría prestarse a más de una alegoría).
Al leer a Deniz, sin embargo, uno llega a la conclusión de que las fuentes son mixtas, y que sólo de una existencia tan maravillosa y una mente tan sensible podía surgir tan maravillosa poesía. Al respecto Deniz, refiriéndose a Anábasis, comenta:
“Creo tan sólo advertir, cosa muy natural, que en el poema inciden en especial hechos concretos que rodeaban al autor en el tiempo de escribirlo. Imposible olvidar, tampoco, que en Anábasis confluyen las historias seléucidas (Vlll), el coloso silbante de Memnón (Vl), el nombre árabe de la montaña (lll) y todo cuanto se quiera”.
Así es la poesía de Perse. Un cofre en donde uno puede encontrar tesoros maravillosos. Una mitología tan personal y hermética, en ocasiones, como la de un Wiliam Blake, aunque de un tono muy distinto. Es, sin embargo, junto con la de T. S. Eliot o Wiliam Buttler Yeats, una de las obras poéticas más valiosas del siglo pasado.
Lluvias fue publicado por la Universidad Autónoma de Chiapas en su colección Paradigma. Y llegó a la institución por intermedio de Raúl Garduño. Fue Rosario Castellanos la intermediaria entre Lezama Lima y el autor de Poema de la zorra. En 2005 José Martínez Torres se encargó de publicar la plaquette que ahora tengo en mis manos. La publicación original ocurrió, sin embargo, en 1946, en el número nueve de la revista Orígenes y posteriormente, en 1961, constituyó el cuarto cuaderno de la colección “Centro”, de ediciones La tertulia. Un largo e incierto camino que involucra a por lo menos cuatro poetas (de variada calidad, claro está).
En ocasiones la poesía debe viajar enormes distancias espaciales y temporales antes de llegar a su destinatario. En este caso atravesó también las fronteras de un idioma. Pluies, tal como Perse lo concibió, no es el mismo Lluvias que, por intermedio de Lezama Lima y ante mi escaso francés, me es posible ahora leer. La complejidad, sin embargo, no termina ahí. Estamos ante un poeta poco leído y mucho menos interpretado. Un autor de culto que nunca buscó el reconocimiento y cuyo interés principal fue hacer una poesía épica que diera cabida a la diversidad y pluralidad del mundo sin menoscabo de dimensión o importancia.
Sin embargo, quien desee aprender geografía de una manera heterodoxa y vital puede usar a Perse como su “libro de cabecera”. Así, la mención del árbol bayán en el primer verso incita a una búsqueda en google. Se trata de un cruel parásito que crece en otros árboles y crea una estructura similar a una jaula alrededor del infortunado anfitrión, hasta matarlo. Más curioso resulta el hecho de que bayán apareció en varios episodios de Lost como refugio ante el ataque de bestias salvajes. También me entero que la escritora hindú Arundathi Roy (ganadora del premio Booker por El dios de las pequeñas cosas) escribió el guión para una serie de televisión llamada El árbol banyan. La poesía de Perse es tan cargada que cada verso nos llevaría a una búsqueda similar. Y en el camino, como en un árbol semántico, hallaríamos tanto datos irrelevantes como información valiosa. Perse es el poeta de “las conexiones”. Su poesía no se parece a la de nadie, pero incluye a todos. Es el poema de lo vasto y de lo infinitesimal al mismo tiempo. Lluvias es sólo un fragmento. Perse ha cantado a los Mares, los Pájaros y los Vientos. Y también ha entonado su canto para celebrar La infancia y para un largo viaje cuyo nombre recuerda a Jenofonte: Anábasis.
Probablemente la dificultad de Perse radique en dos aspectos. El muy extenso vocabulario de sus poemas y la forma que utiliza: el versículo. Versos tan largos que el poema parece prosa sin llegar a serlo. Las cláusulas de Perse se prolongan y al hacerlo agregan más cláusulas y palabras inauditas.
“Un polípero precoz muestra sus bodas de coral en toda esta leche de agua viva.
Y la idea desnuda como un peleador en sus redes peina en los jardines del pueblo su cabellera de doncella”
Rastrear las innumerables fuentes de esta poesía es tarea compleja. Al un texto de Gerardo Deniz, publicado en el número 210 de Vuelta, que llena algunas lagunas sobre la obra de Sainth-Leger Leguer. Miembro del servicio exterior francés y habiendo recorrido varios países, poseía un impresionante bagaje que, según algunos críticos, no tenía nada de libresco sino que debía más a la experiencia. Al respecto una curiosa anécdota. Cuando la familia de Alexis dejó su isla y llegó a Francia, las cajas donde se transportaban los libros de la extensa biblioteca cayeron al mar durante el desembarco. Lograron llevarlas a tierra firme. Sin embargo, cuando las abrieron en ellas sólo quedaba una espesa y chorreante masa de papel (un hecho que podría prestarse a más de una alegoría).
Al leer a Deniz, sin embargo, uno llega a la conclusión de que las fuentes son mixtas, y que sólo de una existencia tan maravillosa y una mente tan sensible podía surgir tan maravillosa poesía. Al respecto Deniz, refiriéndose a Anábasis, comenta:
“Creo tan sólo advertir, cosa muy natural, que en el poema inciden en especial hechos concretos que rodeaban al autor en el tiempo de escribirlo. Imposible olvidar, tampoco, que en Anábasis confluyen las historias seléucidas (Vlll), el coloso silbante de Memnón (Vl), el nombre árabe de la montaña (lll) y todo cuanto se quiera”.
Así es la poesía de Perse. Un cofre en donde uno puede encontrar tesoros maravillosos. Una mitología tan personal y hermética, en ocasiones, como la de un Wiliam Blake, aunque de un tono muy distinto. Es, sin embargo, junto con la de T. S. Eliot o Wiliam Buttler Yeats, una de las obras poéticas más valiosas del siglo pasado.
1 comentario:
Hola Alexis,
Me paso por aquí para desearte un muy feliz cumpleaños, ojalá sea el inicio de un ciclo lleno de aventuras extraordinarias... ¡Y que conozcas el caribe!, ese es mi deseo.
Abrazos!
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